Allá por el año 94-95 un chaval de instituto en el sur de España se debatía entre escoger la rama de historia para ser arqueólogo, posiblemente bastante flipado por las películas de Indiana Jones, o escoger la rama de tecnología, algo tan misterioso y mágico como el 386 que manejaba por aquel entonces. Nunca sabremos si fue la decision correcta, lo que si sabemos es que fue la que le ha traído hoy por aquí a escribir estas líneas.
A partir de ahí la historia se vuelve bastante más convencional. Estudió ingeniería informática en la universidad de Granada, sin saber muy bien qué iba a pasar con su vida, no tuvo un expediente académico especialmente brillante, quizá porque pasaba bastante más tiempo investigando nuevas tecnologías que iban surgiendo, que aburriéndose con las prácticas de cómo montar un programa para gestión de un videoclub en Pascal o en C. Sí, lo que es la vida, una de las prácticas más típicas era hacer un desarrollo para gestionar un videoclub, cuando menos curioso.
Cuando todo indicaba que terminaría montando una tienda de ordenadores o trabajando en una (recordad que estamos en el sur de España a finales del siglo XX, no en Silicon Valley), hubo un giro dramático de los acontecimientos. Resulta que toda esa investigación y trabajos que hacía fuera de la universidad, unido a que hablaba inglés, hizo que alguien se fijara en él, alguien a quien nunca podrá agradecerle esa oportunidad lo suficiente.
Al parecer, esta persona pensó que podía ser bueno llevando proyectos de automatización en una multinacional holandesa. Sin pensárselo mucho, hace el petate, se va un tiempo Holanda y a partir de ahí, ¡Boom! siete u ocho años trabajando en muchos países desde América hasta oriente medio, pasando, como no, por Europa y Norte de Africa. (Una vez más gracias Dioni)
A partir de aquí, toda ésta época pre cloud se vuelve un poco aburrida, aunque fue «intensa» por llamarlo de alguna manera, así que la resumiré. Tras 7-8 años deja esta empresa, monta la suya propia, se estrella, vuelve a intentarlo, va algo mejor, termina vendiéndola y vuelve a trabajar, a partir de 2018, en empresas consultoras para clientes bastante grandes en España y Europa.
Lo que si que se ha mantenido constante en todo este tiempo han sido dos cosas:
1. Moldear ideas y convertirlas en algo real y utilizable a través de proyectos de tecnología, sobre todo software, pero también alguno de hardware, poniendo especial interés en cómo funciona la arquitectura de las cosas e intentando optimizarla.
2. La necesidad constante de explorar como está evolucionando la tecnología y empezar jugando con los avances que van surgiendo para luego, cuando se puede, aplicarlos en esos proyectos que tanto le gusta concebir, planificar y ejecutar.
Como podrás suponer, toda esta curiosidad desemboca en el que es el mayor avance de nuestro tiempo, la inteligencia artificial, la IA, una vieja conocida desde final del siglo XX pero que no terminaba de arrancar, hasta ahora…
Y aquí estamos ahora, precisamente, haciendo consultoría especializada y dirigiendo proyectos de de software multiplataforma, integrando inteligencia artificial, estudiando arquitecturas novedosas de software e IA y, en definitiva, intentando seguir el ritmo endiablado que tiene a día de hoy la evolución del software. Desde luego una época más que interesante.
Acompáñame en este viaje, es apasionante y si quieres hablar conmigo, es tan simple como dejarme un mensaje o contactar conmigo. No me siento tan importante como para no contestar.
Un abrazo
Antonio